Siempre nos reunimos los mismos, en el mismo sitio, en la misma ciudad, a la misma hora.
Siempre recorro la misma distancia.
Siempre la misma carretera.
Las mismas ruedas siempre se gastan en el mismo asfalto una y otra vez.
Siempre.
De noche.
Nunca me abandona esa sensación.
Nunca me deja solo.
Nunca me deja cuando vuelvo a casa. Esa carretera cuya línea discontinua separa una vía de otra es la misma que, a modo de cremallera, va abriendo mi cabeza.
Nunca se cierra. Nunca lo hará.
Nunca me decido a contar lo que siento. Nunca me salen las palabras. Nunca me he sentido con la motivación suficiente.
Nunca.
Hasta hoy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario